Las taquicardias auriculares pueden originarse también por un fenómeno de reentrada del impulso eléctrico alrededor de una zona sana de las aurículas o alrededor de una cicatriz postquirurgica. La mayoría cursan en crisis paroxísticas, y en un pequeño porcentaje de los casos, sobre todo en niños con cardiopatías congénitas, pueden mantenerse de forma continua, en cuyo caso reciben el nombre de taquicardia auricular incesante.
El tratamiento de las taquicardias auriculares pueden tener distintos enfoques según el contexto clínico en el que se desarrolla. Para prevenir las recurrencias suelen usarse fármacos antiarrítmicos como flecainida, propafenona, o amiodarona. Otros medicamentos se utilizan para controlar la respuesta ventricular como la digoxina, el verapamil, o los beta-Bloqueantes. En muchos casos, sin embargo, la respuesta farmacológica es de eficacia limitada por lo que puede ser necesario recurrir a la ablación con catéter. La técnica implica reproducir la arritmia en el Laboratorio de Electrofisiología –algo que no siempre se logra en ciertos tipos de taquicardias auriculares- para localizar el foco de automatismo anómalo que origina la taquicardia y eliminarlo, o bien crear una línea que impida la reentrada del impulso eléctrico en torno a una cicatriz postquirúrgica o funcional en la aurícula si el mecanismo es reentrada. En ambos casos, suele utilizarse un sistema de navegación (ver sección de técnicas de ablación) para facilitar el procedimiento.