FIBRILACIÓN AURICULAR

La fibrilación auricular es el trastorno del ritmo cardíaco más frecuente entre la población general y se caracteriza por un pulso de cadencia irregular que se presenta en episodios de duración variable (horas/días) o que se mantiene de forma crónica.

Durante esta arritmia, las aurículas (que son las dos cámaras superiores del corazón) se contraen de forma incoordinada e irregular. La causa se relaciona habitualmente con una serie de impulsos eléctricos anómalos que se originan en las venas pulmonares de la aurícula izquierda.

Atendiendo a su duración, la fibrilación auricular se clasifica en tres tipos fundamentales:

  • PAROXÍSTICA: Ocurre de forma intermitente, con episodios de duración variable y menor a 7 días, que ceden de forma espontánea
  • PERSISTENTE: Está presente de forma mantenida y son necesarias intervenciones terapéuticas (como la cardioversión mediante fármacos o descarga eléctrica) para conseguir la reversión al ritmo normal del corazón, denominado ritmo sinusal.
  • PERMANENTE: Es la fibrilación auricular crónica, en la que los tratamientos para establecer el ritmo normal del corazón han sido fallidos y/o se ha optado por no realizar más tratamientos para reestablecer el ritmo sinusal.

¿Cuáles son las causas y las consecuencias de la fibrilación auricular?
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Las causas más frecuentes de esta arritmia son la hipertensión arterial, la edad avanzada, la presencia de patologías cardiacas como la insuficiencia cardíaca o las alteraciones en las válvulas del corazón, y la diabetes mellitus. Otros factores de riesgo son la obesidad, presentar pausas respiratorias frecuentes durante el sueño (enfermedad conocida como síndrome de apnea obstructiva del sueño), las alteraciones de las hormonas tiroideas y el consumo de tóxicos como el alcohol o ciertas drogas. En los último años, la práctica de deporte de resistencia de alta intensidad (como el atletismo, ciclismo,…) de forma prolongada a lo largo de la vida ha demostrado aumentar también el riesgo de sufrir esta arritmia, especialmente en gente joven sin ninguna otra enfermedad cardíaca.

La fibrilación auricular es responsable de un aumento de la mortalidad y de enfermedades cardiovasculares, como la insuficiencia cardíaca. Además, como consecuencia del latido irregular de las cavidades cardíacas, la sangre queda remansada en el corazón, pudiendo coagularse y formar trombos. Estos trombos pueden migrar del corazón y llegar hasta el cerebro. La obstrucción de las arterias cerebrales por un trombo provoca un infarto cerebral o ictus.

¿Cuáles son sus síntomas?
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Los síntomas de la fibrilación auricular tienen una presentación variable, de modo que esta arritmia puede no producir ningún síntoma y pasar desapercibida, manifestarse con síntomas leves, o, sin embargo, presentarse de forma más grave.

Los síntomas más frecuentes son la sensación de palpitaciones o de un latido cardiaco rápido e irregular en el pecho, leves molestias torácicas, y la sensación de mareo o de falta de aire con el ejercicio de baja intensidad.

¿Cómo se diagnostica?
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La arritmia se puede sospechar al observar el pulso irregular, y debe confirmarse mediante la realización de un electrocardiograma (ECG). En aquellos casos en los que la fibrilación es paroxística, es decir, se presenta en crisis autolimitadas, resultará útil la colocación de una grabadora portátil, el Holter, para permitir la monitorización del ritmo cardíaco de una forma más prolongada y aumentar así as probabilidades de detectar los episodios de fibrilación auricular o intuir quizás algunos arritmias que la presagian. La realización de un ecocardiograma permitirá también evaluar la función y la anatomía del corazón.

Para tratar de investigar las causas de la fibrilación auricular será necesario también realizar un análisis de sangre que incluya hormonas tiroideas, y, en caso de sospecha de apneas del sueño será útil la realización de un estudio del sueño.

¿Cuál es el tratamiento?
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El tratamiento de la fibrilación tiene distintos enfoques posibles, a menudo complementarios, y se basa en:

  1. Tratamiento de la causa desencadenante.
  2. Control del ritmo cardíaco.
  3. Ablación con catéter.
  4. Control de la frecuencia cardíaca.
  5. Prevención de la formación de trombos y embolias.

1. Tratamiento de la causa desencadenante
La fibrilación auricular puede relacionarse con distintas causas, muchas de ellas tratables, como la hipertensión arterial, los trastornos de las hormonas tiroideas, o el síndrome de apnea obstructiva del sueño. Es prioritario tratar cada una de estas causas para disminuir las probabilidades de recurrencia de la arritmia o evitar que la arritmia se convierta en persistente.

2. Control del ritmo cardíaco
El control del ritmo cardíaco es la estrategia inicialmente indicada en la gran mayoría de los casos: consiste en el uso de diversos fármacos antiarrítmicos en pautas variables para disminuir la probabilidad de recurrencias de la arritmia y/o que éstas sean más breves y mejor toleradas por el paciente. Cuando se pierde el ritmo normal del corazón (sinusal) existen dos opciones para su reestablecerlo:

a. Cardioversión farmacológica: Consiste en la administración de fármacos, por vía oral o intravenosa, durante el episodio de fibrilación auricular. Existen varios tipos de fármacos, siendo los más frecuentemente empleados la flecainida, la propafenona y la amiodarona. La elección de uno u otro dependerá de varios factores, como la presencia de enfermedad cardíaca previa, alteraciones en la hormonas tiroideas, tiempo de evolución de la arritmia o tratamientos previos. Es importante un seguimiento médico periódico durante la toma de estos fármacos ya que pueden producir efectos secundarios graves.

 b. Cardioversión eléctrica: Consiste en la aplicación de una descarga o choque eléctrico mediante dos palas que se sitúan sobre el tórax. El procedimiento se realiza bajo sedación profunda. Este procedimiento reestablece el ritmo sinusal del corazón en un alto porcentaje de los casos, aunque la probabilidad de recurrencia de la fibrilación auricular es elevada, sobre todo en aquellos casos en los que la fibrilación auricular está presente desde hace años. La cardioversión farmacológica sólo está indicada de forma no urgente en aquellos pacientes que han estado correctamente anticoagulados las 3 semanas previas a su realización, o en quienes hay confirmación de que la fibrilación auricular ha aparecido hace menos de 48 horas.

3. Ablación con catéter de fibrilación auricular
Un conjunto de avances tecnológicos han permitido a lo largo de la última década mejorar la seguridad y los resultados de las intervenciones encaminadas al tratamiento directo del origen de la arritmia: la ablación con catéter de la fibrilación auricular. Las indicaciones mejor establecidas en la actualidad se dan en pacientes con fibrilación auricular paroxística y de poco tiempo de evolución, cuando los fármacos antiarrítmicos no han resultado efectivos o no son tolerados por el enfermo, o bien cuando éste no desea tomar fármacos de forma indefinida o anhela una solución resolutiva de su problema. El procedimiento se realiza bajo anestesia local y sedación superficial en la sala de electrofisiología y consiste, mediante la introducción de un catéter por el interior de la vena femoral, en la aplicación de energía (mediante radiofrecuencia o crioterapia) alrededor de las venas pulmonares. Estas lesiones consiguen interrumpir la transmisión del impulso eléctrico responsable del desencadenamiento de la fibrilación auricular desde las venas pulmonares a la aurícula izquierda, y por tanto, impedir así que el corazón se contraiga de forma irregular. En su conjunto, el procedimiento tiene un porcentaje de éxito en torno al 70% y ha demostrado mejorar la calidad de vida de los pacientes con fibrilación auricular. Distintas particularidades anatómicas o clínicas pueden modificar la tasa de éxito de la ablación en esta arritmia por lo que su médico concretará de forma individualizada tanto los resultados que cabe esperar como los potenciales riesgos –ver sección correspondiente dentro de pestaña Ablación: tipos y técnicas.

4. Control de la frecuencia cardíaca
En determinados pacientes, la estrategia de tratamiento más conveniente es la aceptación de la arritmia como crónica, pero siempre evitando que la respuesta cardíaca sea excesivamente rápida de forma mantenida –lo que podría deteriorar adicionalmente la capacidad contráctil del corazón. Para enlentecer la freceuncia cardíaca se utilizan una serie de fármacos frenadores (betabloqueantes, calcioantagonistas, etc). En raras ocasiones, no es posible un buen control de la frecuencia cardíaca con fármacos, en cuyo caso está indicada la implantación de un marcapasos definitivo seguida de la realización de una ablación del nodo auriculoventricular.

5. Prevención de la formación de trombos y embolias
La contracción irregular e inefectiva de las aurículas durante la fibrilación auricular hace que la sangre no se expulse correctamente del corazón pudiendo quedar remansada en estas cavidades con el consiguiente riesgo potencial de desarrollo de coágulos o trombos cardíacos. Estos trombos pueden migrar del corazón y producir embolias. Para evitar este riesgo puede ser necesario el tratamiento con anticoagulantes orales. El anticoagulante oral más conocido y empleado es el Sintrom®, que requiere el control periódico de sus niveles sanguíneos, ya que un nivel inferior puede provocar la formación de coágulos y un nivel excesivo, hemorragias espontáneas. Actualmente, se comercializan también una serie de nuevos anticoagulantes orales de eficacia similar o superior al Sintrom y que no precisan de controles analíticos.

La instauración de un tratamiento indefinido con anticoagulantes orales requiere evaluar de forma individualizada tanto el riesgo embólico como el riesgo de hemorragia que tal tratamiento implica. Para determinar las probabilidades que un paciente con cualquier tipo de fibrilación auricular tiene de sufrir una embolia su médico considerará un conjunto de factores de riesgo: edad avanzada, la presencia de hipertensión arterial o enfermedad cardíaca, la diabetes mellitus o antecedentes previos de embolia, etc. y determinará finalmente si la anticoagulación oral está indicada o no.